Álbumes Imprescindibles
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The Cranberries se ha convertido en uno de los grupos mimados de la juventud. Estos cuatro irlandeses que aún no han superado la barrera de los 23 años, han tenido mundialmente un éxito poco menos que descomunal con su
THE ROLLING STONES
Beggars Banquet

The Cranberries se ha convertido en uno de los grupos mimados de la juventud. Estos cuatro irlandeses que aún no han superado la barrera de los 23 años, han tenido mundialmente un éxito poco menos que descomunal con su
THE ROLLING STONES
Beggars Banquet

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The Cranberries se ha convertido en uno de los grupos mimados de la juventud. Estos cuatro irlandeses que aún no han superado la barrera de los 23 años, han tenido mundialmente un éxito poco menos que descomunal con su

THE ROLLING STONES
Beggars Banquet
The Cranberries se ha convertido en uno de los grupos mimados de la juventud. Estos cuatro irlandeses que aún no han superado la barrera de los 23 años, han tenido mundialmente un éxito poco menos que descomunal con su

desafío para tus oídos

Opinión
Roger Waters: El comunista multimillonario

Damon Albarn, uno de los músicos más talentosos del orbe (Blur, Gorillaz e infinidad de otros proyectos que revelan su inquieto eclecticismo), alguna vez afirmaría con mucha lucidez:
"Ni siquiera deberías tener una opinión. Si no vives en ese país, no deberías estar chapoteando en su política porque para tener la sensibilidad para comprender, también tienes que vivir entre el mundo emocional de la gente; no es suficiente tener idea de algo. Eso está muy alejado de la realidad". (New Musical Express, 22 de julio de 2019)
No viene al caso explicar a qué o quién se refería puntualmente Albarn cuando fue entrevistado por ese medio de difusión. Lo cierto es que el concepto se aplica a todo aquél que supone estar autorizado para opinar sobre determinada situación cuya intrincada realidad desconoce por completo. Si se trata del quehacer político de un país, no es suficiente estar alineado a la derecha o izquierda del espectro; hay que VIVIR ALLÍ.
ANTECEDENTES
Roger Waters es un músico que hace mucho tiene asegurado su sillón preferencial en el Salón de la Fama del rock. Cuando Pink Floyd alcanzó el superestrellato luego del lanzamiento de The Dark Side of the Moon (1973), esa inesperada época de vacas gordas produciría un cambio de actitud muy pronunciado en Waters. La madre de Roger, al igual que su primera esposa, comulgaba la ideología socialista; y también --aunque en menor grado--, el padre que el músico jamás llegaría a conocer. Le costó mucho trabajo al bajista de la emblemática banda conciliar sus principios con la bonanza económica que repentinamente había golpeado a su puerta. Mientras sus compañeros compraban mansiones de veraneo en la costa sur de Francia y en Rodas --una isla griega-- y disfrutaban a plenitud de su nuevo estatus; a Waters no sólo le costaría asimilar su nueva realidad, sino que llegaría, inclusive, a considerar la posibilidad de donar el dinero que le correpondía. Cuando el músico comprendió que el dinero que en cantidades groseras llegaba a él era fruto de su esfuerzo y años de sacrificio, tomaría la decisión de comenzar a invertirlo gradualmente en obras de arte y bienes raíces, aunque tratando de no llamar mucho la atención.
El idealista de Roger --el sentimienbto de culpablidad al incorporarse a la legión de multimillonarios nunca se alejaría del todo--, se "desmarcaría" de sus compañeros en ese preciso punto histórico. Waters resolvería entonces volcar en su música el profundo desprecio que sentía por la sociedad burguesa de Occidente, el todopoderoso complejo bélico-industrial (culpable de la muerte de su padre) y el Establishment. Sólo había una forma de expresar sus convicciones de manera más amplia: tomando el control absoluto de la música de Pink Floyd, fundamentalmente en cuanto a ejes temáticos y textos de las canciones se refería. Eventualmente --supuso-- podría también llegar a dictaminar el curso de la estructura musical de la banda. Por eso la música del cuarteto inglés se haría más "personal", introspectiva y sombría. En principio, David Gilmour no pondría objeciones para cederle a Waters la responsabilidad de lidiar con el contenido lírico de las canciones... siempre y cuando éste no interfiriese con la música, departamento que no le competía y que él tenía a su cargo junto a Richard Wright. A partir de la grabación de Wish You Were Here (1975), Waters y Gilmour comenzarían a distanciarse gradualmente. Nick Mason, hasta entonces fiel compañero del bajista, también comenzaría a cuestionar la nueva dictadura que pretendía imponer Roger. Poco a poco, Waters terminaría aislado. Muchas de sus actitudes en esos días serían censuradas públicamente por sus ex-compañeros en años posteriores.
LOS MILLONES Y EL ACTIVISMO POLÍTICO DE WATERS
La carrera solista de Roger Waters abarca ya casi 4 décadas, y en ese interín el músico ha dado incansables vueltas al globo presentando The Wall (1979), uno de los álbumes emblemáticos de Pink Floyd. Aunque a título personal no consideramos que ese disco esté cualitativamente a la altura de The Dark Side of the Moon o Wish You Were Here, presentar un concierto montado con suntuosidad extrema y que abarca la música tan personal de ese histórico álbum doble, le ha redituado ingresos cuantiosos al septuagenario músico. De acuerdo a informes publicados por la revista especializada Forbes, la fortuna de Waters está estimada en 245 millones de dólares. En la gestión 2018, sus ingresos netos rondaron los 6,5 millones de dólares, equivalentes a más de medio millón de dólares mensuales (aproximadamente 25.000.- dólares diarios).
Mark Baynes, periodista neocelandés, ha calificado los últimos años de Waters como integrante de Pink Floyd con dureza indisimulada: "Arrogancia musical. Megalómano. Autor de monólogos". A todas esas características de una personalidad conflictiva, habría que agregarle su insaciable apetito por situarse en el centro de controversias esgrimiendo una rígida como insensible posición política que contradice vergonzosamente su estatus económico. Dicho de otra forma, Waters debería limitarse a hacer música y no emitir juicios de valor en asuntos que no le corresponden o en los que no tiene autoridad moral. Su militancia anti-israelí, por ejemplo, llega a extremos chabacanos; caso en cuestión, la Estrella de David inscrita (a partir de 2014) en los cerdos inflables que circulan sobre los escenarios en los que ofrece sus conciertos (ver foto debajo de estas líneas). ¿Por qué lo hace? Waters defiende la causa palestina contra viento y marea, pero en todas sus acaloradas declaraciones al respecto se refiere al eterno dilema israelí-palestino ignorando por completo que el conflicto en esa candente región del Medio Oriente (Jerusalén y territorios aledaños), involucra, en realidad, a tres religiones monoteistas. Pero hay más: acusar al bando israelí de "ocupación, limpieza étnica y régimen sistemático y racista", e ignorar las acciones terroristas del otro --el palestino--, no denota precisamente un razonamiento que proyecte un mínimo de ecuanimidad. ¿Y el "mensaje" que pretendió comunicar con la utilización de la iconografía israelí? De muy mal gusto, además de hacerse pasible a interpretaciones de todo tipo. Por eso muchos ahora tildan al músico de antisemita.

La injerencia de Waters en asuntos que no le competen comenzó a fastidiarnos cuando hace poco se pronunció en torno a la crisis que atraviesa Venezuela. El músico británico no sólo apoyaría el bloqueo de ayuda humanitaria (alimentos y medicamentos) a ese país, sino que muy suelto de cuerpo se atrevería a opinar así vía Twitter: "No hay dictadura (en Venezuela). La ayuda está politizada y el mundo debería dejar en paz al pueblo venezolano. Tengo amigos en Caracas que me dicen que no hay una guerra civil, no hay violencia, no hay asesinatos, no hay una aparente dictadura, no hay encarcelamiento de opositores, no hay supresión de la prensa. (...) Ellos tienen una verdadera democracia".

La fotografía arriba de estas líneas es elocuente. Según un estudio sobre la pobreza en Venezuela publicado hace un par de años [trabajo conjunto de la Universidad Central de Venezuela (UCV), la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) y la Universidad Simón Bolívar (USB)], 8 de cada 100 venezolanos come de la basura. El mismo informe concluía, además, que la pobreza extrema había aumentado de 23,6% a 61,2% entre 2014 y 2017. De igual manera, los hogares clasificados como "no pobres" pasaron de representar el 51,6% en 2014, al 13% en 2017. Ignorar el drama humano venezolano, señor Waters, es otra muestra de su insensibilidad y entumecimiento ideológico. Oportuna y merecidamente, se levantarían voces calificándolo de "socialista de I-Phone" e hipócrita. Tenemos familia que vive en Caracas desde hace más de 35 años y estamos muy al tanto del martirio diario que soportan con admirable estoicismo y dignidad los hermanos y hermanas venezolanos.
Reza el adagio popular que todo postre tiene su cereza. La dramática situación que vivimos bolivianos y bolivianas durante casi cinco semanas --que significó el autoexilio del ex-Presidente Evo Morales a México y plantea una inminente reconfiguración del escenario político en el país--, no podía ser desaprovechada por Waters. El músico, haciendo una vez más gala de su soberbia ignorancia, haría oír su voz de aliento al ex Presidente a través de un vídeo publicado en Twitter. No tiene por qué molestarnos que el ex-integrante de Pink Floyd lo hubiese hecho; pero lo que insultó descomunalmente nuestra inteligencia --aparte de recurrir a los clichés típicos de alguien que se expresa "de memoria" o por cumplir con sus compadres de ideología--, fue que Waters lo hubiese hecho sin haber vivido un fucking segundo en nuestro país durante esos trágicos días y asegurando que lo que ocurría (el "golpe") era obra de "ladrones, fascistas y Totalitarismo". La gente que inició esta necesaria revuelta, señor Waters, fue un "ejército" de estudiantes y mujeres (mayormente), profesionales y vecinos hartos del descaro, corrupción, abuso de poder, impunidad y ánimo prorroguista de un político tan megalómano y desubicado como usted. Dejamos para el final su frase tan forzada como los "te quiero" de las borracheras de cantina barata: "Tienes el derecho y la historia de tu lado y mientras más pronto puedas volver a tu amada Bolivia, mejor será para la gente y para ti... pero también para el resto de nosotros". Usted, señor Waters, no tiene derecho a descalificar la legitimidad del movimiento civil que pacíficamente tomó las calles para hacer escuchar su indignación. Usted no tiene derecho a expresarse tan categóricamente sobre una situación que desconoce por completo. Usted nunca ha visitado Bolivia y no conoce la idiosincracia y/o realidad de su gente. Si es tan socialista como proclama, ¿por qué no brinda conciertos gratuitos en Cuba, Venezuela, Nicaragua o Bolivia? Nunca lo ha hecho porque obviamente los números no cerrarían.

Cuando Waters se expresó en favor del régimen de Maduro, una fan venezolana de Pink Floyd hizo público su desencanto en las redes sociales: "Estoy llorando. Mi mayor ídolo musical simplemente defendió al gobierno que arruinó a mi país y a mi familia, quienes me obligaron a huir para aspirar a una calidad de vida decente. Roger, no tienes idea de lo que está sucediendo en Venezuela, no conoces nuestras leyes, no sabes cuán miserable es la situación". La imposibilidad de conciliar una postura política radical con un modo de vida que se inclina completamente hacia el otro extremo del péndulo, es tan obvia que indispone. No creemos que Waters, a los 76 años de edad, esté en condiciones de discernir que hay ámbitos y situaciones sobre los que es mejor guardar prudente y respetuoso silencio; su temperamento siempre le ha jugado en contra. Los demonios interiores del músico anulan cualquier posibilidad de autocrítica y seguramente good ol' Rog seguirá haciendo el ridículo de aquí en lo que aún le resta de exposición pública. "Ser comunista y millonario es tan irrealizable como un círculo cuadrado", escribió alguna vez Carlos Del Riego (https://tamtampress.es/2017/06/05/las-incoherencias-e-hipocresias-de-roger-waters/). Roger Waters es incapaz de procesar esta certeza. ■